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Las madres

Lo eterno femenino, ese prodigio de la suma de las fuentes generatrices que, según Goethe, es el enigma que él nombra las Madres, avanza en esta imagen alegórica como el arma divina de la acción en tanto fundamento de los cambios benéficos, enfrentando y anulando la fuerza nefasta del demonio. Mefistófeles, aunque tiene el poder para trastocar palabras y lugares y es parte activa del caos y de los ciclos, nada puede ante el verbo actuante del Creador que se expresa a través de las Madres, metáfora de lo activo edificante y purificador, y a lo demoníaco derrotado solo le resta demostrar su cólera impotente. En el ideario goethiano la inacción, física o espiritual, equivale a la muerte.

En esta visión el Diablo se muestra vencido no solo por Dios sino por lo eterno femenino, esencia divina de lo infinito de la naturaleza en el perpetuo movimiento obvio o subyacente en todo escenario, local o universal, mortal o imperecedero y en toda la tragedia fáustica. A lo largo del libro las ilustraciones sugieren el movimiento constante de los elementos figurados.

Falsas imágenes y palabras,
Cambian el sentido y el lugar…
p. 90

Que me digan que no crea en prodigios.
p. 91

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